El Bautismo: ¡Donde comienza todo¡
Una de mis responsabilidades ministeriales favoritas aquí en San Rafael es mi trabajo con las familias que buscan celebrar el Bautismo con sus hijos. ¡Es un momento muy emocionante para estos padres! Vienen por su propia voluntad para reconocer y admitir abiertamente que buscan que sus hijos sean bautizados, sean unidos a la Iglesia Católica Universal y se comprometan a criarlos en nuestra tradición de fe. En realidad, lo que están haciendo de una manera sutil e inadvertida es comenzar la vida de fe de estos niños. Al igual que Jesús comenzó su vida pública en su Bautismo, estos niños y sus padres comienzan su ministerio público o testimonio público de la fe. Es muy reconfortante y alentador para mí, un católico de toda la vida, ver este renovado interés y entusiasmo por nuestra fe en estos nuevos padres. En muchos casos, la preparación para el Bautismo despierta la fe de los padres o al menos la comprensión o un nuevo aprecio por la importancia de dar testimonio de su fe a quienes los rodean. Es muy gratificante experimentar este despertar con estos padres, ya que asegura esperanza en el futuro de la Iglesia y, lo que es más importante, reafirma el ministerio de difundir el mensaje del Evangelio que Jesús mismo emprendió en su Bautismo. -Leo
Evangelio: Marcos 1:7-11
En aquel tiempo, Juan predicaba diciendo: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.
Por esos días, vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”.