First Reading
1 Kings 19:16b,19-21
Elijah anoints Elisha as his successor.

Responsorial Psalm
Psalm 16:1-2,5,7-11
I set the Lord ever before me.

Second Reading
Galatians 5:1,13-18
Christ has set us free.

Gospel Reading
Luke 9:51-62
Jesus resolutely determined to journey to Jerusalem.

Today's Gospel reading begins a long section unique to Luke's Gospel. Jesus begins his journey to Jerusalem, which will end with his ministry in Jerusalem. We read that Jesus' days for being “taken up” were fulfilled. The Greek word that Luke uses for “taken up” is the same word he uses to describe the Ascension. We also read that Jesus is determined to journey to Jerusalem. 

For Luke, Jesus ministry begins in Galilee and then is one long journey to Jerusalem. In Jerusalem he will meet his death but also enter into his glory. Only in Luke does Jesus then spend 40 days in Jerusalem instructing his disciples.

It is in Jerusalem that his disciples wait after his Ascension to be sent the Holy Spirit on Pentecost. And it is from Jerusalem, in Luke's second volume, the Acts of the Apostles, that the Good News is spread to Rome and the ends of the earth.

Immediately Jesus is met with rejection, as a Samaritan village will not receive him because he is going to Jerusalem. There was animosity between Samaritans who worshiped on Mount Gerazim and Jews who worshiped in Jerusalem. 

Jesus was also rejected as he began his ministry in Galilee in Chapter 4. And he will be rejected for the last time when he reaches Jerusalem. James and John want to call down fire from heaven to destroy the people in the village, but Jesus rebukes them and moves on. There is often the temptation to use violence to achieve right. Jesus has come to break this temptation. He is aware that he must undergo violence himself before he can enter his glory.

The rest of today's reading is about the radical demands of discipleship. The three people who volunteer to become disciples on this journey show that they do not understand the demands Jesus will make of them. Neither care of self, care for the dead, nor care of one's family (as required by the Fourth Commandment) can come before the demands of discipleship.

 Jesus reminds the first volunteer, who would go wherever Jesus goes, that animals in the wild have more security than do Jesus and his followers. The second, who wants to bury a parent, is reminded that the demands of proclaiming the Kingdom of God take precedence. And the third, who wants to say farewell to his family, is reminded that once you put your hand to the plow you cannot look back or the furrow will be crooked. Such a person is not ready for the Kingdom of God.

Jesus seems harsh here, but he is only asking of his disciples what he asks of himself. Jesus' unconditional commitment to God's saving work will demand of him his life. He knows this, but the disciples do not understand. Jesus does not want anyone to rush into discipleship, because the demands of discipleship require everyone considering it to be aware of the cost, make Jesus and his mission central to his life, and then go forward without looking back.

Primera lectura
1 Reyes 19:16b,19-21
Elías unge a Eliseo como su sucesor.
Salmo responsorial
Salmo 16:1-2,5,7-11
Pongo al Señor siempre delante de mí.
Segunda Lectura
Gálatas 5:1,13-18
Cristo nos ha hecho libres.
Lectura del evangelio
Lucas 9:51-62
Jesús decidió resueltamente viajar a Jerusalén.
Antecedentes de la lectura del Evangelio

La lectura del Evangelio de hoy comienza una larga sección exclusiva del Evangelio de Lucas. Jesús comienza su viaje a Jerusalén, que terminará con su ministerio en Jerusalén. Leemos que se cumplieron los días de Jesús para ser “alzado”. La palabra griega que usa Lucas para “alzado” es la misma palabra que usa para describir la Ascensión. También leemos que Jesús está decidido a viajar a Jerusalén.

Para Lucas, el ministerio de Jesús comienza en Galilea y luego es un largo viaje a Jerusalén. En Jerusalén encontrará su muerte pero también entrará en su gloria. Sólo en Lucas Jesús pasa 40 días en Jerusalén instruyendo a sus discípulos.

 Es en Jerusalén donde sus discípulos esperan después de su Ascensión para ser enviados al Espíritu Santo en Pentecostés. Y es desde Jerusalén, en el segundo volumen de Lucas, los Hechos de los Apóstoles, que la Buena Noticia se difunde hasta Roma y los confines de la tierra.

Inmediatamente Jesús se encuentra con el rechazo, ya que un pueblo samaritano no lo recibirá porque va a Jerusalén. Había animosidad entre los samaritanos que adoraban en el monte Gerazim y los judíos que adoraban en Jerusalén.

Jesús también fue rechazado cuando comenzó su ministerio en Galilea en el capítulo 4. Y será rechazado por última vez cuando llegue a Jerusalén. Santiago y Juan quieren hacer descender fuego del cielo para destruir a la gente del pueblo, pero Jesús los reprende y sigue adelante. A menudo existe la tentación de usar la violencia para lograr el bien. Jesús ha venido a romper esta tentación. Es consciente de que él mismo debe sufrir violencia antes de poder entrar en su gloria.

El resto de la lectura de hoy trata sobre las demandas radicales del discipulado. Las tres personas que se ofrecen como voluntarias para convertirse en discípulos en este viaje muestran que no entienden las demandas que Jesús les hará. Ni el cuidado de uno mismo, ni el cuidado de los muertos, ni el cuidado de la familia (como lo exige el Cuarto Mandamiento) pueden anteponerse a las exigencias del discipulado.

 Jesús le recuerda al primer voluntario, que iría a donde vaya Jesús, que los animales salvajes tienen más seguridad que Jesús y sus seguidores. Al segundo, que quiere enterrar a un padre, se le recuerda que priman las exigencias del anuncio del Reino de Dios. Y al tercero, que quiere despedirse de su familia, se le recuerda que una vez que pones la mano en el arado no puedes mirar atrás o el surco quedará torcido. Tal persona no está lista para el Reino de Dios.

Jesús parece duro aquí, pero solo está pidiendo a sus discípulos lo que se pide a sí mismo. El compromiso incondicional de Jesús con la obra salvífica de Dios exigirá de él su vida. Él lo sabe, pero los discípulos no lo entienden. Jesús no quiere que nadie se apresure al discipulado, porque las exigencias del discipulado requieren que todos los que lo consideren sean conscientes del costo, hagan de Jesús y su misión el centro de su vida, y luego sigan adelante sin mirar atrás.
                                      -Prensa Loyola