Un mensaje del p. Carlos
La Vida de la Iglesia Animada por El Espíritu de Dios.Bendiciones y feliz venida del Santo Espíritu a tu vida. Hemos llegado a la séptima semana de pascua, y no es que se acaba, no, solamente es el tiempo litúrgico que nos ha recordado y ha hecho vivir y reflexionar en la importancia de la Resurrección. Pascua, pentecostés, ascensión es siempre que haya un cristiano que quiera vivir la experiencia de los discípulos y María Santísima, dejarse inundar y empoderar por la gracia del Espíritu Santo y actuar de acuerdo con sus dones e invitación.
La Iglesia nos recuerda que el bautizado vive siempre en un pentecostés, el espíritu del resucitado camina con cada bautizado, hemos recibido la infusión del Espíritu, habita entre nosotros, vive contigo y con todos. ¿No es una gracia y una bendición? Bueno pues hagámosla realidad con nuestra vivencia diaria, mostrémonos como los cristianos que conocemos al Dios que se hizo carne, que muere, que resucita y que se queda entre nosotros para siempre.
Es hora de evangelizar con nuevo entusiasmo y ardor, con nuevos métodos y medios, con empeño y constancia, ¡sin miedo ni temor! Caminemos hacia la tierra prometida cumpliendo con la invitación de ir a todas las naciones y bautizar a todos en el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo .
En este empeño por evangelizar el mundo entero no olvidemos que no podemos dejar de lado una verdad esencial: Nadie da lo que no tiene. Si el fuego del Espíritu no arde en mi corazón primero, cada día y con ardor incontenible, ¿cómo voy a comunicar ese fuego y encender otros corazones? El primer campo de apostolado soy yo mismo, por tanto, ocupémonos seriamente por tener una vida espiritual intensa, una vida de intensa relación con el Espíritu, condición sin la cual no podrá arder en nuestros corazones ese fuego que impulsa al apostolado valiente y audaz. ¡No descuidemos nuestra oración diaria y perseverante! ¡No dejemos de lado la perseverante lectura y meditación de la Sagrada Escritura, especialmente de las palabras y vida del Señor Jesús! ¡No dejemos de visitar al Señor en el Santísimo e implorarle allí que nos renueve y fortalezca interiormente con la fuerza divina de su Espíritu! ¡No dejemos de encontrarnos con Él cada Domingo en la Santa Misa! ¡No dejemos de crecer en nuestro amor filial a Santa María, para que en unión de oración con Ella y dejándonos educar por su ejemplo tengamos siempre las disposiciones interiores necesarias para poder acoger al Espíritu en nosotros!
No dejemos que Pentecostés se termine hoy, poco después de la Eucaristía o al final de la jornada. Pentecostés es el principio de la acción corredentora de todos los seguidores de Cristo. El Espíritu Santo nos acompaña, y nos guía. Todos los días deberían ser Pentecostés. ¡Aleluya!