Un mensaje del p. Carlos
El tiempo de cuaresma tiene el 4to domingo, llamado: laetare o alegrate, que significa, como alegrarse ya casi llegas, no te desanimes sigue caminando y proponiendo algo nuevo para tu vida con Dios, es un como un pequeño aviso para decirnos estamos cerca pero todavía no llega, o sea todavía hay tiempo de arreglar las cargas y llegar a la pascua con un nuevo espíritu con una nueva actitud, con nuevos propósitos. Ya podemos alegrarnos, pero si hay algo por arreglar todavía estamos a tiempo, hagámoslo.
Este día las lecturas están enfocadas a la entrega de Dios en su Hijo Jesucristo, murió para librarnos de la muerte eterna. Este domingo levantamos la cabeza para alabar al Dios vivo, con alegría, porque Dios nos ha amado hasta redimirnos que significa pagar nuestra deuda, y lo hizo, mediante la Muerte y resurrección del HIjo, y todavía está presente mediante el poder del Espíritu Santo, incluso cuando sufrimos el menor dolor, y grandes tragedias de la vida.
Recordemos y vivamos a Jesús en la Cruz que es amor, misericordia y salvación. El Dios en que nosotros ponemos nuestra confianza es el Dios misericordioso que se entregó para dar la vida en rescate nuestro. Por eso hoy hace referencia a esa entrega libre y generosa. Él es la luz del mundo y por lo tanto de nuestras vidas. Nos quiere alumbrar para que salgamos de las tinieblas del error, del odio, la indiferencia, pereza, si queremos andar en esa luz, nos pide que vivamos en la verdad.
Hermanos hay muchas formas de estar en la oscuridad, no solo matando, o robando, muchas otras actitudes nuestras no son de la luz, estamos aún cuaresma , todavía debemos aprovechar para aprender sobre el amor, que no es sino , el camino de la conversión. Amar supone convertirse cada día. Nos convertimos cuando elegimos el bien y buscamos la luz de la verdad. No es fácil pero es posible, a todos se nos ha dado el mismo Espíritu que nos hace decir Padre, Padre, perdóname, quiero cambiar, todos tenemos la misma posibilidad, por que a todos en la cruz nos ha sanado, nos ha liberado.
Dios al pueblo de Israel siempre le cuido y mandó a sus mensajeros para que no se perdieran, pero ellos en su dureza y necedad, no atendían a los mensajeros, más bien los ignoraban y maltrataban. Nosotros tenemos esos mensajeros todavía hoy, está la palabra de Dios, la Eucaristía, el sacramento de la reconciliación, un vecino o amigo que nos invita a un retiro, la misa etc. No lo despreciemos , atendamos su voz de amor y misericordia, porque no quiere la muerte del pecador, si no , que viva, que se convierta y que viva como redimido. Amen.