Reflexión de ascensión
Tengo que admitir que siempre he luchado por comprender y apreciar la ascensión de Cristo al cielo. Específicamente, por qué Nuestro Señor tuvo que ascender, y tan rápido después de Su resurrección. ¿Por qué no podría haberse quedado en la tierra un poco más? ¿Por qué no se quedó para supervisar la construcción de su Iglesia? ¿No nos habría beneficiado esto? Como de costumbre, recurro a Santo Tomás de Aquino cuando tengo una pregunta teológica. Y, como de costumbre, el proporciona claridad y perspicacia. Aquino también se pregunta si hubiera sido mejor para los seres humanos si Cristo "se hubiera quedado siempre con nosotros en la tierra". Pero reconoce que, por lo contrario, "la ascensión de Cristo al cielo, mediante la cual retiró su presencia corporal de nosotros, fue más rentable para nosotros de lo que hubiera sido su presencia corporal". ¿Por qué? Debido a que la partida de Cristo aumenta nuestra fe, esperanza, caridad, y nuestra vida en gracia. Aumenta nuestra fe al obligarnos a confiar en las promesas de Nuestro Señor, no sólo en lo que podemos ver, escuchar y tocar. “Dichosos los que creen sin haber visto”, le dice Cristo al Apóstol Tomás (Juan 20: 29). Aumenta nuestra esperanza porque al ascender al cielo, Cristo nos recuerda que nosotros también estamos llamados a la gloria celestial, y que él va a preparar un lugar para todos y cada uno de nosotros (Juan 14: 3). Finalmente, la ascensión de Cristo aumenta nuestra caridad, porque nos recuerda que, en última instancia, nuestro amor debe estar dirigido hacia las cosas celestiales, no hacía las cosas de esta tierra.
Entonces, disfrutemos de esta gloriosa fiesta. Todo lo que Cristo hace es para nuestro bien, incluyendo su ascensión al cielo, como enseñó Aquino. Y como Nuestro Señor mismo nos dice: “Es mejor para ti que yo vaya. Porque si no voy, el Defensor no vendrá a ti. Pero si voy, te lo enviaré ... Tengo mucho más que contarte, pero no puedes soportarlo ahora. Pero cuando él venga, el Espíritu de verdad, te guiará a toda la verdad. Él no hablará por su cuenta, pero nos dirá lo que ha oído y nos anunciará las cosas venideras” (Juan 16: 7, 12-13).
Paul Kucharski, Director de Educación Religiosa
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