Flexibilidad: Cambiar las fechas o los lugares en donde se harán las juntas, escoger entre aprendizaje en el salón de clases o a distancia, limitar el número de participantes o posponer citas; todo eso es parte de la nueva norma. Sé que vivimos en una cultura que aprecia la consistencia y la eficiencia. “Sí, ese es el plan, pero recuerden que las cosas pueden cambiar,” eso es algo que no estamos acostumbrados a escuchar. Hoy es parte de la mayoría de nuestras conversaciones. Por más que no me guste, sé que me tengo que acostumbrar a eso. Acompáñenme en aceptar esta nueva realidad.
Nos estresaremos menos y apreciaremos más esas cosas que sí podemos realizar. Nos permitirá relacionarnos los unos con los otros de una nueva manera, estando realmente presentes y dándole toda la atención a la persona con la cual estamos bendecidos de estar en ese momento. Recuerden que quizás el día de mañana la reunión con esa persona o con ese grupo de personas se pueda posponer o cancelar una vez más. Sean flexibles, tengan paz y sean felices.
Responsabilidad: No cabe duda de que la inconveniencia de usar cubrebocas es un acto responsable, así como también la buena higiene y el distanciamiento social. También debemos ser responsables al decidir a cuáles eventos sociales vamos a asistir. Las reuniones sociales grandes son consideradas “eventos de enorme propagación” del virus del COVID-19. Esto fue destacado en un reporte sobre una boda que se realizó en el estado de Maine, la cual estuvo vinculada con 177 casos y 7 muertes por el COVID. Desde el principio de la pandemia hemos visto brotes de infecciones en los campos universitarios, conferencias y funerales. En nuestras sesiones de escucha que tuvo nuestra parroquia, los parroquianos solicitaron que hubiera más reuniones sociales. Lo entiendo, ustedes y yo anhelamos estar juntos. Es frustrante el venir a Misa y no poder darnos la mano, abrazarnos, no poder platicar y tener que mantener el distanciamiento social. Pero lo responsable es evitar todo contacto físico. Como pastor, me comprometo a ser responsable, por mi bien y por el de ustedes. Por supuesto esto incluye el asegurarnos de tomar las debidas precauciones aquí en el templo. Quizás esto no es lo más popular, pero al menos nos garantiza que estamos haciendo todo lo posible para mantenernos seguros y saludables.
Debo recordarles que fuera del templo, cada uno de nosotros debemos de tomar responsabilidad por nosotros mismos, especialmente como unidades familiares. Más allá de los lugares en donde estas regulaciones son obligatorias, depende de cada familia de dónde y cuándo usarán cubrebocas, practicarán distanciamiento social y buena higiene, y si participarán en eventos sociales y con cuántos asistentes al evento. Como parroquia no tenemos control sobre a cuáles eventos sociales ustedes irán, a quién recibirán en su casa o con cuál círculo de amigos ustedes se sienten confortables y están dispuestos a estar en contacto cercano.
Los animo a ser responsables, a tomar decisiones sabias y sobre todo a mantenerse saludables. Durante los últimos meses yo he tratado de hacer eso, escogiendo un círculo de amigos con quién estar en contacto cercano y expandiéndolo lentamente. Lo he hecho intencionalmente y con cautela. Apoyémonos mutuamente siendo responsables por nosotros mismos y por los demás.